El pasado 8 de marzo se conmemoró una vez más el “Día Internacional de la Mujer” y un día después, el 9 de marzo, miles de mujeres mexicanas establecieron “ Un día sin Mujeres” que tuvo como objetivo concientizar y sensibilizar sobre la Violencia de Genero, en un país donde diariamente en promedio se cometen 10 asesinatos por día y donde se le exige al Gobierno solución y esclarecimiento de estas defunciones, pero el 64% aproximadamente de estas muertes son en manos de las parejas sentimentales y solo el 22% se clasifica como feminicidio (acto de violencia extrema contra las mujeres por el hecho de ser mujeres); entonces, la violencia de genero esta en las calles o está en los mismos hogares de las víctimas y en relaciones dañinas que elegimos?
Muchas mujeres se ven obligadas a convivir las 24 horas del día con su agresor, por lo que la violencia doméstica se incrementa pues se convive con el enemigo sin el alivio de la rutinas diarias y sin la posibilidad de que esa convivencia malsana pueda verse interrumpida por otra actividad que no sea la de permanecer en casa.
De enero a marzo del presente año, en México han muerto de manera violenta más de 170 mujeres, solo este número ha sido catalogado como feminicidio, aunque hay más asesinatos que no entran en esta definición.
La mayoría de ellas han sido privadas de la vida por su pareja o expareja sentimental o por algún miembro de la misma familia (primos, tíos, padrastros, hermanos, papas o abuelos) y en algunos casos la misma mamá ha sido cómplice o también ha matado.
Para mí, es muy importante recalcar esta información con relación a la familia ya que es de mucho valor encontrar el sentido de la violencia de género en el seno familiar.
La palabra feminicidio tiene su origen en Inglaterra y se utiliza para describir la muerte de las mujeres con odio y saña en donde hay mutilaciones, torturas y agresiones sexuales pervertidas hacia la víctima, este odio se da desde la convivencia con mujeres que puede ser a través de la misma madre o el abandono de la misma, por lo que toda esa frustración se vuelca en la victima.
Por otra parte, aunque en México existen las condenas más largas para este tipo de crímenes esto no a ayudado, por el contrario los asesinatos van en aumento y esto es porque la mayoría de ellos no son investigados y mucho menos castigados y es así que, este tipo de violencia se ha vuelto tan común, que hoy en día existe en Cd. Juárez Chihuahua un Panteón expresamente construido para mujeres violentadas y no identificadas o en el Estado de México (hoy el Estado más violento para las féminas) el Río de los Remedios es un cementerio clandestino para mujeres asesinadas en donde durante 2019 tan solo se encontraron 7 mil restos óseos en un tramo de 19 kilómetros. (Quizás no todas sean mujeres, pero si una gran parte)
La mayoría de las mujeres están consientes de la violencia que viven, pues hoy en día existen un sinfín de programas gubernamentales que les ayudan a identificar los principales rasgos de su detractor y de ellas mismas, pero no es suficiente identificarlos, la mayoría de ellas no denuncian, y no porque no quieran, sino por el miedo a las represalias por parte de su pareja o familiar ya que una denuncia de este tipo es demasiado burocrática y no les da la seguridad ni la tranquilidad de que el delincuente no tenga el tiempo suficiente para hacerles daño.
La mujeres violentadas tienen claras características, como baja autoestima, estrés constante, actitud desconfiada, muestran poco su piel, cargan con culpas con facilidad, toman los caminos más largos antes de llegar a lugar donde son maltratadas, es decir pierden el tiempo para evitar el encuentro con su maltratador, se anticipan al enfado del maltratador y se sienten avergonzadas con facilidad.
Así mismo el maltratador tiene sus propios rasgos como el tener una buena imagen pública (a los ojos de los demás es una buena persona), baja autoestima o sentimientos de inferioridad, motivación por el poder, internalizan estereotipos de género, bajo nivel de asertividad, relaciones de dependencia, inestabilidad emocional e impulsividad, egocentrismo, celos y posesividad, niveles bajos de empatía, minimizan la violencia o culpan a los demás y capacidad de manipulación.
La mayoría de estos rasgos en ambos casos se va dando a lo largo de toda la vida desde la infancia y es a través de la educación en casa pero principalmente por parte de la madre, que es la primera instructora de vida y de valores y el padre rara vez participa por el tipo de sociedad en el que vivimos que es matriarcal y en donde el patriarca solo es proveedor.
Si bien es cierto que hoy en día hemos avanzado en la integración del hombre a los trabajos diarios del hogar, aún hay mucho por hacer pues finalmente la figura materna siempre tendrá una carga más fuerte por el simple hecho de la maternidad.
Termino diciendo que el Gobierno necesita trabajar en ello, pero también es muy cierto que como sociedad, familia e individuos necesitamos trabajar en todos estos paradigmas a los que aspiramos, desde la educación y revaloración personal, pues somos aun una sociedad en donde las mujeres somos educadas por mujeres y los hombres son educados por mujeres.
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