Del pensamiento totalitario al pensamiento ecológico.


Cuando pensamos en ecología inmediatamente nos remitimos a la naturaleza, a la conservación de las especies, los hábitats. Pensamos en espacios naturales en equilibrio. Sin embargo el término no se limita a eso, tiene un uso en el sentido de “coexistir” en la diversidad. El investigador Boaventura de Sousa Santos habla en este sentido sobre la ecología de saberes,  ¿Cómo podemos entender eso? En el sentido de que en nuestras escuelas, ciudades, pueblos, hogares y aún dentro de nosotros es posible que coexistan en armonía saberes que provienen de distintas raíces (saberes espirituales, tradicionales, racionalistas, etc.), que cada uno de ellos tiene un valor y que no es deseable el menosprecio de un saber sobre otros. El no darnos cuenta de esto ha creado una devastación de saberes ancestrales a manos de un racionalismo positivista que parece poder explicarlo todo, y que pone en un segundo plano, cuando no en condición de superchería otro tipo de saberes surgidos de tradiciones distintas.


                En estos tiempos de polarización política habría que pensar si no nos es posible como humanidad dar el salto de un pensamiento totalitario, que se arma de verdades que pretende universales a un pensamiento ecológico que admita una diversidad de verdades todas igualmente valiosas, no como un acto de tolerancia, sino como una situación deseable; la diversidad como una fuente de riqueza. Desde luego que decirlo parece sencillo, pero construirlo es un desafío digno de esa especie que se llama racional y civilizada. Si hemos construido y puesto artefactos en la superficie marciana, si hemos acelerado partículas subatómicas para hacerlas colisionar y descubrir partículas más elementales, si hemos construido centros ceremoniales de una majestuosidad y energía incomparables ¿no seremos capaces de coexistir en armonía a pesar de pensar política y espiritualmente diferente?

Dar el paso hacia un pensamiento ecológico requiere una revisión profunda de una serie de estructuras mentales que han sido edificadas desde nuestra niñez como inamovibles. Enseñarles a los otros “la verdad” es uno de esos primeros paradigmas a derruir. A muchos esto les parecerá un atentado contra la civilización y el progreso, una invitación al obscurantismo. Me parece que no, romper el paradigma requiere un simple desplazamiento lingüístico que puede propiciar el florecimiento de algo distinto ¿En qué consiste ese desplazamiento? No en enseñarles a otros “la verdad”, sino en compartir “mi verdad”, enriquecerme “mi verdad” con la de otros. Ante esto las escuelas no serían esos centros donde se enseña la verdad universal, sino centros de compartición, de crecimiento en la diversidad ¿Esto le quitaría velocidad al desarrollo, a la ciencia? Con seguridad sí, pero vale la pena preguntarnos ¿Cuál es la prisa?, ¿a dónde queremos llegar tan rápido?, ¿Qué hemos abandonado, menospreciado o incluso aniquilado por esa ansiedad de llegar?


                Para lograr la construcción de sociedades con pensamiento ecológico habrá una serie de temas que deberán ponerse a revisión, no de los especialistas, no de los científicos, no de los sabios; a revisión de todos, de los entaconados y los descalzos, de los ilustrados y los silvestres, de los capitalistas y los comunistas, de los heredados y los parias, del premio Novel de física y del yogui hindú. Tendremos que pensar todos juntos en plazas, escuelas, trabajos, pasillos, WhatsApps, Facebook, Twitters sobre la democracia, las escuelas, las tradiciones, el dinero, sobre el sentido de la humanidad, no con el afán de unificar. Quizá deberíamos iniciar por reflexionar que pasaría si mi pensamiento se globalizara, si mañana al salir de casa todos pensaran igual que yo, actuaran igual que yo, vistieran igual que yo, prefirieran el mismo equipo y el mismo partido político, estuvieran convencidos de la misma verdad, aspiraran a la misma cultura, la misma educación, las mismas creencias. Ese día, en ese momento nos daríamos cuenta de lo que hemos perdido con la unicidad, con el triunfo de la mismidad. Valoraríamos al otro y su diferencia.

                Finalizó enviando un abrazo a todos los maestros, tenemos mucho por enseñar y mucho por aprender.


Ing. Gerardo Quetzalcóatl González Flores

quetzalgf@hotmail.com


Comentarios

  1. Que todo esto se enseña con las habilidades del siglo XXI
    El pensamiento crítico, la Comunicación, la cooperación y la creatividad, creo que estas habilidades permiten aceptar otras "verdades" pero también saber defender la tuya.

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    2. Hola Carla, tal vez haya que buscar la forma para no tener que defender la verdad de cada quien, aunque es claro que en ese aspecto ya estamos en terrenos de la utopía. Revisé un poquito sobre las habilidades del siglo XXI, siempre suena bonito lo que se propone, pero los terrenos del pensamiento crítico incluyen la posibilidad de cuestionar quién esta detrás de las propuestas, qué intereses puede haber, qué voces no están presentes, si hay cosas que siendo buenas para la mayoría no están en la propuesta por que afecta determinados intereses. Por ejemplo, veo que una asociación que comparte más de esas habilidades del siglo XXI es una que denominan P21 que es una "coalición que incluía a miembros de la comunidad empresarial estadounidense, dirigentes educativos y formuladores de políticas: la Asociación Nacional de Educación (NEA por sus siglas en inglés), el Ministerio de de Educación de Estados Unidos, la Fundación AOL Time Warner, Apple, Cable en el Aula, Cisco Systems, Dell, Microsoft, SAP SE, Ken Kay (presidente y cofundador) y Dins Golder-Dardis." uno puede inferir posibles intereses y saber que voces son las que no están ahí. No quiere decir que su propuesta no sea buena, pero no es la única ni es para todos. Hacerla para todos resultaría en el empobrecimiento del que hablo en el texto, la propuesta es valiosa, tan valiosa como puede ser la de los pueblos del Amazonas, la de Pueblos que se oponen a la minería, la de los menonitas, etc. En conclusión, no se trata de decir que la propuesta de unos es la correcta para todos. Se trata de poder valorar y coexistir con la propuesta que cada quien considere útil en su contexto. Saludos

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