Además de la
psicología, el cuidado del medio ambiente es un tema que me apasiona, a pesar
de que se menciona que los pequeños cambios que hacemos los ciudadanos no
representan nada, en comparación de los cambios que se requieren a nivel global
en las industrias, especialmente en cuanto al uso de energías no renovables y
todo lo concerniente a la contaminación y explotación del agua; pues yo aquí
sigo usando bolsas de tela, separando los residuos, comprando lo que se pueda a
granel, evitando el consumo de productos en PET, evitando el uso de desechables
en las reuniones (cuando podíamos hacerlas).
Hace unos días
compartí en Facebook una publicación del Santuario de las Luciérnagas con una
campaña de reforestación que llevaran a cabo este período, cada vez que se
comparta la publicación se sembrará un árbol, me pregunto ¿quiénes serán las
personas encargadas de realizar esta reforestación y si serán suficientes para
cubrir todo el bosque?, después pensé en todas las brigadas que se hacen
anualmente en diferentes municipios del estado y que este año están o en riesgo
o en circunstancias inusuales. Y aunque ustedes no lo crean es algo que me
preocupa.
Y me preocupa
porque campañas de concientización van y campañas de concientización vienen y
las personas no logramos cambiar nuestro estilo de vida.
Ahora bien,
aunque parezca increíble el nivel de consciencia de una persona está
intrínsecamente ligado con el nivel de cuidado del medio ambiente. Es decir, el
cuidado que le brindas al planeta es reflejo del cuidado que le brindas a tu
mundo interno. Mientras más contaminación mental tengas, mientras más
irresponsable seas para asumir lo que acontece en tu interior, más acciones de
contaminación estarás llevando a cabo.
Un ejemplo
cotidiano de la contaminación mental es, la cantidad de pensamientos “basura”
que tenemos al día, estos pensamientos están relacionados o quizá hasta
condicionados por todas nuestras creencias no cuestionadas, más la calidad de
las canciones que escuchamos, el tipo de contenidos televisivos que vemos con
frecuencia y no, no te estoy juzgando, estoy mencionando un hecho.
Hagamos un
breve ejercicio, serás el protagonista de esta historia; el día de hoy te despertaste
tarde, te quedaste en cama viendo tus redes sociales, lo que te saco de la cama
fue el hambre, desayunaste con calma viendo videos en alguna plataforma,
hiciste muchas cosas que no eran imprescindibles pero si agradables para ti y
cerca de las 3:00 pm aun en pijama recuerdas que tienes que hacer un deposito
en ventanilla, no en minisúper ni en ninguna otra opción para depositar porque
no pasará en firme y, en lugar de asumir tu distracción le reclamas a tu pareja
responsabilizándola porque no te recordó que “tenías” que ir al banco, saldrás
de tu casa pensando que la otra persona tiene la “culpa” de que este depósito
esté en riesgo, cuentan las leyendas que la población mexicana no sabe pelear
con su pareja, porque al evento de hoy
le agregamos el de la semana pasada, el de hace un mes y el de las navidades
pasadas. ¿Puedes imaginarte la calidad de pensamientos que estarán en estos
momentos en tu mente? Probablemente serán pensamientos centrados en aspectos
negativos de la persona, tenderás a descalificarla y sentirás rabia. El patrón
que quiero que observes es como evitas tu responsabilidad, prefieres tomar el
camino de culpar a la otra persona.
Otro ejercicio, comienzas a subir de peso y cada vez que alguien te
lo menciona, te irritas y te sientes herido, terminas buscando refugio en la
comida, situación que a la larga hará que subas más de peso; y aquí es donde
empieza tu basurero mental, ya que estarás continuamente descalificándote,
quejándote y alejándote de las personas que te rodean porque no son compasivas
contigo, sorpresa, sorpresa tu tampoco lo eres. Esta es grosso modo la historia
de muchas personas que están luchando con el sobrepeso o la obesidad, saben que
hay hábitos que mejorar o cambiar, pero no saben por dónde empezar o cómo
hacerlo.
Lo mismo pasa
para cuidar a nuestro planeta. Cuando leas o veas un artículo de protección del
medio ambiente, por ejemplo, una campaña que te invita a evitar el consumo de
carne una vez a la semana para disminuir el calentamiento global; pensarás de
la misma forma, buscarás culpables, en lugar de asumir un rol proactivo,
culparás al gobierno, a tus ancestros, a los grandes consorcios, quizá en
ningún momento te detengas a pensar en tus patrones de consumo. De ti, de mí,
dependen las futuras generaciones, claro que harás un cambio, claro que
importan tus hábitos de consumo, solo que no has tomado consciencia de ello. Y
esta es la palabra clave “consciencia” estar en el momento presente, atendiendo
lo que estás haciendo, pensando y sintiendo, asumiendo con responsabilidad las
consecuencias de tus actos.
Otro ejemplo
tomado de las redes fue la felicidad que mucha gente sentía por las especies de
animales que aparecieron en diferentes partes del mundo, los comentarios eran
en muchos muros de alegría, de citar la pausa que necesitaba el planeta, casi
nadie se detuvo a pensar en el uso indiscriminado que como sociedad estábamos
teniendo de materiales de protección
desechable (cubreboca, guantes) y la repercusión que ésta conducta iba tener en el hábitat de estas especies,
pusimos en riesgo los océanos. Y con esto no digo que dejes de cuidarte, digo
que dejes el uso de materiales desechables para el medio hospitalario, donde
son indispensables y que en la medida de
lo posible utilicemos tu y yo materiales lavables o reutilizables.
Cuando tomas
consciencia y te responsabilizas de tus actos, es más fácil cambiar los
hábitos, porque estarás en constante diálogo interno. Gracias por leer. Te
deseo un mundo libre de contaminación.
Muy interesante!!!
ResponderEliminarNos gusta que te guste!!
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